Titanic
La película Titanic se estrenó hace ya 26 años y fue un éxito de cartelera.
Recuerdo que la fui a ver y me gusto la producción. Sin embargo,
una frase dicha por su capitán cuando se botó el trasatlántico se me quedó
grabada en la memoria: “Este barco ni siquiera Dios lo puede hundir”.
Creo que eso marcó su destino. La arrogancia del hombre que
en su ignorancia cree que puede superar el designio divino.
El Titanic fue el trasatlántico más grande construido, con
una imponente ingeniería naval. Su capitán Edward Smith tenia gran experiencia
y estaba pronto a jubilarse, por lo que esa iba a ser su última travesía.
Partió de Southampton y pretendía atravesar el Atlántico en tres días llegar a
Nueva York y ganar el premio Blue Ribbon de velocidad, pero cuando le alertaron
de los icebergs ya era demasiado tarde para reducir la velocidad y cambiar el
rumbo.
Los tres barcos de salvamento resultaron pocos para la
tripulación desesperada. Tenían una capacidad para sólo el 50% de los
pasajeros. Las motoras de acero estaban defectuosas, lo que les quito dureza.
Finalmente se partió la popa lo que aceleró el trágico desenlace en la
madrugada del 15 de abril de 1912.
Falló el sistema eléctrico que debía bajar los botes y muchos
fallecieron congelados en las aguas. De los 2223 pasajeros y tripulantes
murieron 1517.Sobrevivieron 706, según un informe del Senado de estados Unidos.
Durante mucho tiempo se realizaron incursiones marinas para
localizar el Trasatlántico. Finalmente, en los años ochenta un submarino encontró
la proa del Titanic.
Hace unos años visité una exposición sobre los restos que se
habían encontrado del Titanic, 200 objetos entre los que se encontraban un
pedazo de la escalinata de primera clase, el libro de Bitácora, que relataba la
travesía; las cartas escritas por el primer oficial a bordo, alguna vajilla del
White Star Line entre otros.
El Reverendo Robert J.
Bateman, que no sobrevivió la tragedia, antes de morir entregó su Biblia a su
hermana Ada Ball, que fue salvada por un bote salvavidas, y quien antes de
morir la donó al Museo del Titanic en Pigeon Forge, Tennessee.
A raíz de esta tragedia naval, los Estados se replantearon
regulaciones internacionales en materia marítima. El resultado fue la
Convención para la Seguridad de la Vida Humana (SOLAS), cuyo Convenio se aprobó
en 1914 y sigue vigente hasta hoy. SOLAS se ha ido actualizando con el tiempo
para corregir deficiencias en las normativas y de seguridad.
Por ejemplo, ahora se debe prever que los botes salvavidas
deben salvar hasta un 125% de los pasajeros. Se establecen normas de
equipamiento y seguridad. Se deben hacer simulacros de abandono del barco
dentro de las 24 horas posteriores a la salida del puerto; debe haber una
vigilancia por radio 24 horas al día los siete días de la semana, el barco SS
Californian no escuchó las llamadas de auxilio del Titanic.
También se estableció una patrulla internacional de hielo.
Desde 1914 una patrulla monitorea témpanos en el Atlántico Norte y proporciona
información a los marinos en el área.
Este mes hemos seguido con interés el desenlace de otra
tragedia marina, la implosión en las profundidades del mar de un pequeño y
sofisticado submarino el Titan, propiedad del OceanGate con una tripulación de 5
personas aparentemente experimentadas y con un gran deseo de ver de cerca el
Titanic, sumergido a 3,800 metros de profundidad.
El Titan operaba en aguas internacionales y no estaba
regulado por un “estado de bandera” y no se ajustaba a las normas de seguridad
lo cual llevará al replanteamiento de las reglas internacionales en el campo de
los submarinos.
Nuevamente el fundador de OceanGate, Stockton Rush, se
atrevió a decir que” el Titan era invulnerable”. Al respecto, el Director de la
película Titanic, James Cameron, que realizó 33 inmersiones a los restos del
barco y a partes profundas del océano en su embarcación Deepsea Challenger,
dijo dos cosas interesantes, que cualquiera que aborde una expedición de este
tipo debe asegurarse de pasar las certificaciones de seguridad y “me sorprende
la similitud con el desastre del Titanic”.
Perdonad si me pongo filosófica: narra Sócrates que
Querofonte habiendo ido una vez a Delfos tuvo la osadía de preguntar al oráculo
si había alguien más sabio que él y la Pitia le contestó “nadie”.
“Al oír esto yo pensé que quiere decir… Al conversar con él
descubría que parecía sabio a muchos y sobre todo a sí mismo, pero no lo era e
intente demostrarle “tú crees ser sabio y no lo eres”. El filósofo concluyó que
él, pues nadie entre nosotros sabe nada bello y bueno, pero él cree saber y no
sabe; yo no sé, tampoco creo saber. Por esta pequeñez parece que soy más sabio:
porque no creo saber lo que no sé”.
Eso nos demuestra que el hombre cree saber, su proceso en la
humanidad le ha llevado a un constante conocimiento y dominio de su entorno,
por tanto, cree llegar a todo pese a su pequeñez, pero tiene un límite.
En mi mesita de noche tengo un libro que heredé de mis
abuelos, “El poder y límites de la inteligencia”, de Highet, que dice: “El
hombre es pequeño, el universo de Dios es grande, el hombre es limitado en
tiempo y espacio, el Universo es interminable e infinito…”
©Carola
Velásquez
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