Cónclave

 


En este momento en que el Santo Padre de la Iglesia Católica está padeciendo problemas serios de salud me he puesto a reflexionar que en curso de mi vida consciente he conocido de la existencia de algunos Papas, Pablo VI, que recuerdo vagamente; Juan Pablo I, que falleció inesperadamente y dejó muchas incógnitas sobre su muerte; Juan Pablo II, el Papa polaco Wojtyla que tuve el privilegio de conocer en una Audiencia vaticana y me quedé con la sensación que irradiaba un aura de santidad y bondad; Benedicto XVI  el gran teólogo de la fe cristiana y el Papa Francisco, el Papa que “vino del fin del mundo”- la Argentina, según sus propias palabras.

La elección del sumo pontífice de la Iglesia Católica se realiza mediante un cónclave, es decir una reunión que celebra el Colegio cardenalicio de la Iglesia. El Papa también llamado Sumo pontífice, pontífice romano y obispo de Roma es el sucesor de San Pedro, y por lo tanto la cabeza de la Iglesia en la tierra. Sin embargo, su elección no siempre ha sido así.

Si investigamos la historia de la Iglesia en retrospectiva los obispos eran elegidos por el clero y los laicos. Los textos dicen que el Papa Cornelio fue elegido por Dios, su iglesia, por el colegio de obispos ancianos y por “hombres buenos” y podía ser elegido por consenso o por aclamación.

En el Concilio de Roma del año 382, el Papa Damaso I abolió el derecho de los laicos a participar en la votación papal, pero en 862 se instauró el derecho de los nobles romanos a elegir al candidato. Durante el período del Sacro Imperio Romano Germánico, el Papa estaba sujeto a un juramento de lealtad al Emperador. Gregorio VII fue el último papa en someterse. En la llamada querella de investiduras, abolió el rol del emperador en las elecciones papales, lo que derivó en la firma del Concordato de Worms que obligó al Sacro Imperio a respetar la decisión papal.

Los problemas de interferencia política llevaron a que se realizaran diversas reformas para la elección papal. En 1059, el Papa Nicolás II estableció el Colegio cardenalicio como el único elector del Papa. En 1274, el Papa Gregorio X promulga en la bula “Ubi periculum” que los cardenales electores debían ser encerrados “bajo llave” hasta que se eligiera a un nuevo Sumo pontífice para evitar injerencias externas. Sixto V limitó el número de cardenales a 70, basándose en el precedente bíblico de que Moisés fue asistido por 70 ancianos para gobernar Israel. Sin embargo, con el tiempo ese número fue aumentando hasta que, en 1975, Pablo VI estableció el número de 120 electores y excluyó del voto a los cardenales mayores de 80 años.

El Vaticano es un estado independiente desde 1929, tras la firma de los pactos de Letrán, celebrados entre la Santa Sede y el Reino de Italia. Es un pequeño estado de apenas 0,44 kms, enclavado en la ciudad de Roma, Italia. Pese a su tamaño tiene personalidad jurídica propia y por lo tanto es sujeto de derecho internacional, es miembro de diversas organizaciones internacionales y tiene representaciones diplomáticas en más de 180 países. El Santo padre es Jefe de Estado. En 2021 había 1,378 millones de católicos en el mundo.

El cónclave actual está regulado por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996. Dicho texto anulaba todos los anteriores. Establecía que durante el conclave todos los cardenales se deberían alojar en la Residencia de Santa Marta, en la ciudad del Vaticano y las votaciones se debían realizar en la Capilla Sixtina.

Muerte del Papa.

La convocatoria a el Cónclave comienza con la muerte del Papa. El fallecimiento debe ser verificado por el Camarlengo que sigue el rito de llamar al papa tres veces por su nombre de pila y le golpea suavemente la frente con un martillo de plata en presencia del maestro de celebraciones litúrgicas pontificias, de clérigos prelados, del secretario y del canciller de la Cámara Apostólica. El Camarlengo toma posesión del anillo del pescador, que será destruido con el sello papal en presencia del Colegio Cardenalicio.

Durante la sede vacante todos los poderes pasan al Colegio Cardenalicio. Los asuntos de la Iglesia serán llevados a cabo por el cardenal camarlengo y tres cardenales asistentes elegidos por sorteo que rotarán cada tres días. Las congregaciones se encargan de organizar el funeral y el entierro. Se inicia el periodo llamado Novendiales, es decir un luto de nueve días, y fijarán la fecha y hora de la celebración del cónclave, que será un período de entre quince y 20 días.

El día de la elección los cardenales escuchan dos sermones, uno antes de entrar y otro ya en la Capilla Sixtina para reflexionar sobre el estado de la Iglesia y de las cualidades que el futuro pontífice deberá tener. Durante su procesión a la Capilla Sixtina, los cardenales entonan la Letanía de los Santos y el Veni creator. Una vez dentro, bajo los frescos del juicio final de Miguel Angel, deberán prestar juramento de mantener el secreto y hacer caso omiso a cualquier influencia externa sobre la elección. Se jura con la mano sobre los evangelios.


Acto seguido, el Maestro de Celebraciones litúrgicas pontificias ordenará a todas las personas ajenas, a salir de la Capilla con la voz “Extra omnes!” y se procede a cerrar la puerta, que será vigilada por la guardia suiza.

El primer día se celebrará solo una votación llamada escrutinio. Se realizarán un máximo de cuatro votaciones los días siguientes. Si no se obtiene ningún resultado después de tres días de votación se suspende un día para orar y reiniciar el proceso. En las siguientes votaciones solo los dos candidatos que hayan recibido el mayor número de votos seran elegibles y no tendrán derecho a votar. El escrutinio se realiza mediante papeleta de voto y los electores llevan su voto por orden de precedencia al altar.

Abiertas las papeletas se realiza el escrutinio. Si el recuento de votos no da como resultado ninguna elección se queman las papeletas y la chimenea del tejado de la Capilla Sixtina enseñara a sus fieles una fumata nera. Si el humo que despide la chimenea es blanco, fumata bianca, será el anuncio de que un nuevo Papa ha sido elegido.


 

 

Muchos se preguntan que produce el color de la fumata, se decía que la negra era producida por el lacre de las papeletas, grasa animal y paja húmeda y la blanca por la cera de abeja. Ahora se sabe que la negra la produce la quema de las papeletas más perclorato de potasio, antraceno y azufre y la blanca la produce el clorato de potasio, lactosa y colofonia que es una resina que se sustrae del pino amarillo. Como anécdota, en el conclave de 1939 no se vio nítidamente el color que desprendía la chimenea, lo que causó mucha confusión. Aparentemente, las papeletas no contenían lacre.

Una vez elegido, el decano pregunta al Papa electo la fórmula latina de aceptación. Una vez aceptada, elige el nombre con el que será conocido durante su Pontificado y se dirige a la Sala de las Lágrimas, llamada así porque es el momento donde se reflexiona sobre la responsabilidad que asumirá dentro de la Iglesia y se le ponen las vestiduras pontificias.

Dos sastres italianos llevan muchos años confeccionando artesanalmente la vestimenta papal, siguiendo las directrices de la Oficina de celebraciones litúrgicas y un zapatero peruano es el que confecciona su calzado.

Finalmente, el Cardenal protodiácono saldrá al balcón de la Basílica de San Pedro donde anunciará al nuevo Papa con la fórmula latina

“ANUNCIO VOBIS AUDIUM MAGNUM...

                                                                                      © Carola Velásquez

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