Protocolo de la Corte Inglesa visto a través de sus Reinas - II Siglos XIX- XX

Victoria-  Alexandria Victoria de Kent, hija del Duque de Kent y Strathearn, cuarto hijo del Rey Jorge III, fue la sexta reina inglesa. Reinó del 20 de junio de 1837 al 22 de enero de 1901.

Fue coronada como su Majestad la Reina Victoria del Reino Unido de la Gran Bretaña y de Irlanda y a partir de 1 de mayo de 1876, la primera regente en ostentar además el título de Emperatriz de la India. Durante su reinado Inglaterra vivió un período de gran expansión económica e imperial.


Su abuelo Jorge III fue el primero en usar el inglés como lengua vehicular. En la época de regencia de su tío Jorge IV se empezaba a ver cambios en la cultura y etiqueta de la época.

La infancia de la futura reina estuvo marcada por estrictas normas siguiendo el sistema “Kensington” diseñadas especialmente para ella por su madre, la Princesa Marie Luise Victoria Sajonia Coburgo Saafeld y su mayordomo el Baron John Conroy. Además de su alemán materno e inglés paterno aprendió francés, italiano y latin.

Victoria se casó con su primo el Príncipe Alberto de Sajonia Coburgo- Gotha. Ejerció de celestino su tío Leopoldo de Bélgica y en su segundo encuentro en Inglaterra fue la ya reina quien le pidió en matrimonio.



Fue un matrimonio sólido. Tuvieron 9 hijos que entronaron con otras familias reales y llegó a tener 42 nietos por lo que se la apodó la “abuela de Europa.

Con ella se inicia la Era Victoriana. En su época Gran Bretaña se convirtió en un Imperio y pasó a ser el país más poderoso. Su reinado fue tan largo que la población pasó de 16 a 36 millones de personas.

En su época, se inventó el telégrafo, el teléfono, la bombilla y el frigorífico. Se comercializó por primera vez el helado.

Se abrieron las primeras agencias de viajes y llegaron los automóviles de gasolina. Se creó el cuerpo de policía y se utilizaron por primera vez las huellas dactilares y las muestras de sangre.

Se iniciaron las tradiciones navideñas que perviven hasta nuestros días. A pesar de todos los avances fue también una época dura para las clases más pobres y muchas mujeres y niños se vieron obligados a trabajar en condiciones más duras.

Con la Reina Victoria se establecieron reglas de protocolo que se debían seguir a rajatabla. En ese sentido, dicen que su marido el Príncipe Alberto era tan estricto como la Reina.

El tea party victoriano.-

Era el tiempo de merienda. Por lo general era un momento de mujeres, más relajado, aunque los hombres también podían ser invitados.

La anfitriona enviaba una invitación informal, en una tarjeta de visita y con varios días de antelación. Se marcaba el horario que era de 4 a 6 pm y debía decir “drink tea”. Decir “take tea” era considerado vulgar igual que el rechazo a una invitación. Curiosamente, no estaba mal visto que las damas llevaran sus propias tazas y cubiertos.

La mesa de té se colocaban pequeños platos con cuchillos, servilletas y un plato con mantequilla. En una mesa auxiliar se servían tazas de té con sus platillos, el azucarero, el slopbowl (para dejar el té usado), la leche o crema, una tetera con agua caliente que se llenaba continuamente y un plato con limones cortados en rodajas. Cortar el limón en gajos se consideraba vulgar.

El té de las 4 era denominado low tea y se ofrecían finas lonchas de pan, mantequilla y pastel El té de las 5 se denominada High tea y era más abundante se ofrecían carnes, pan caliente, frutas en conserva, pasteles y otros dulces. En verano también se ofrecían helados y ponche o limonada fresca.


El vestuario de la anfitriona reflejaba su posición social. Vestidos de seda lisos y sin o pocos estampados. Aunque llevaban guantes, no era preciso el uso del corsé para poder disfrutar más cómodamente de los dulces servidos.

Una de las normas de etiqueta establecidas era que el hombre era quien debía iniciar una conversación. La etiqueta dictaba cual era el proceso. La mujer debía hacer un gesto de reconocimiento y el hombre el de cortesía como el de levantar su sombrero. Sin decir palabra la mujer debía detenerse y extender la mano. El hombre la debía tomar como saludo e iniciar la conversación.

Era mal visto hablar de política, dinero o religión. Creo que aún en nuestros tiempos salvo que uno se encuentre en una reunión para hablar de estos temas in profeso, debe evitar estos temas tan polémicos.

Las clases altas debían hablar primero. Esto aún persiste en la Corte de Isabel II, que es quien debe iniciar la conversación. Se debían conocer los títulos nobiliarios de todos alrededor. Iniciaba la conversación la Reina luego los Duques, los Marqueses, los Condes, los Vizcondes y finalmente los Barones.

Interesantes las referencias costumbristas en las novelas de Jane Austen. Había un cierto elitismo para escoger parejas. Era necesaria una presentación en sociedad y una pareja no podía quedarse sola antes del matrimonio. El hombre de la sala debía de estar de pie cuando una mujer de la sala estaba de pie y debía hacer una reverencia como saludo.

En la calle el caballero debía inclinar ligeramente el sombrero y abrirle todas las puertas. Un hombre podía caminar con dos mujeres por la calle, pero no estaba bien visto que una mujer paseara con dos hombres.

Cuando no se iba a comprar no se estaba bien visto entrar en una tienda a preguntar ni a detenerse a ver los escaparates.

En una cena familiar no estaba bien visto servir más de dos verduras en el plato.

Las mujeres victorianas de alto nivel social contrataban niñeras para criar a sus hijos. Estas debían inculcarles las normas de protocolo. Las niñas eran entrenadas para ser amas de casa-.

Otras curiosas normas eran dar la espalda a quien ocupaba tu sitio en un tren y aunque se disculpara se debía echar una mirada fría e indiferente.

Prohibido prestar libros. Bastante lógico. Aún en la actualidad cuando se prestan libros se corre el riesgo de no volverlos a ver…

La Reina mantenía audiencias con su Primer Ministro. Con alguno se llevó mejor que con otro. Era conocido que Gladstone no era de su preferencia y en privado lo consideraba un impostor; que adoraba a Melbourne y que empezó detestando a Disraeli y posteriormente reconoció sus cualidades.

El Luto.-  El uso del luto se impuso en la época victoriana y pervive hasta nuestros días, aunque ahora se va diluyendo y lleva en las grandes ciudades sólo para el funeral y en lugares más pequeños por un corto período.

Vestir de negro a la muerte de un ser querido era obligatorio. Para el cónyuge varón eran 6 meses. Para la mujer era obligatorio portarlo 2 años, aunque era mal visto si se retiraba antes de los dos años y medio. Si la mujer era mayor permanecía en luto hasta su muerte. Los niños cuyos padres habían fallecido debían portar luto por un año. Todas las cortinas debían cerrarse, los relojes detenerse a la hora de la muerte y cubrir los espejos.

Por otro lado, en el caso de las personas de bajos recursos estaba establecido que solo podían ser enterrados en domingo porque no se les estaba permitido abandonar sus puestos de trabajo.

Cuando concluía el duelo, la etiqueta de las clases altas dictaba que las personas debían enviar tarjetas a conocidos avisándoles que ya podían recibir e integrarse en la sociedad.


Es sabido que la reina Victoria tuvo un matrimonio feliz. El Príncipe Alberto fue su principal asesor y confidente. Cuando falleció su marido se mantuvo en estado de permanente luto y portó el negro hasta el fin de sus días. Cambió su residencia de Londres a Windsor que le valió el apodo de “la viuda de Windsor”.

La Reina dejo instrucciones precisas como debía ser su Funeral


Nueve reyes en el funeral de la Reina Victoria.

   

                                                                                       © Carola Velásquez

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