Participación de la Mujer en la Diplomacia.

Hace unos años me invitaron a participar en el Primer Congreso organizado por la Fundación del Este de Europa, en Kisinau, República de Moldavia; dentro del marco de las Naciones Unidas; cuyo lema era “la participación de la mujer para lograr una sociedad más equitativa.”

Contó con la participación de mujeres de profesiones muy diversas: científicas, banqueras, militares, políticas etc. Mi tema fue la participación de la mujer en política y servicio público: la diplomacia.

La diplomacia ha existido siempre desde el primer momento en que los primeros hombres establecieron contacto entre sí: las primeras civilizaciones para comerciar o intercambiar productos. Los griegos enviaban emisarios. Los romanos crearon el ius Gentium (el derecho internacional); pero la diplomacia como la entendemos ahora, surgió en el siglo XV cuando los Estados italianos enviaron personas como Embajadores permanentes.

En 1814 el Congreso de Viena creó el marco legal de referencia hasta nuestros días: define el servicio diplomático, el status, la precedencia, los privilegios y las responsabilidades. Así el servicio diplomático era reconocido como una rama especial de servicio público de cada nación.

La mejor definición de un diplomático a mi entender, ha sido la del diplomático británico Harold Nicholson quien dijo que un diplomático debería tener siete virtudes básicas:

Ser honesto, decir la verdad y saber rectificar. Debe ser preciso,  ser calmado y tener control; tener buen carácter, ser paciente, modesto y leal.

Yo podría añadir otros requisitos como la discreción, la hospitalidad, la adaptabilidad y el tacto.

Creo que un diplomático debería ser la combinación de todos estos aspectos. También es verdad que con la trayectoria profesional es deseable que se perfeccionen.

A través de la historia la diplomacia había sido ejecutada solo por hombres que tradicionalmente contaban con el apoyo de sus mujeres ya que estas acompañaban a sus maridos en los destinos.

En el siglo XX es cuando se ha notado una mayor participación de la mujer en la vida pública. Sin embargo, ha habido áreas de la función pública como la diplomacia, eminentemente masculina que ha ido a un paso más lento.



Embajadoras. -

Embajadora es aquella que representa a un país, de la misma manera que un caballero. Con plenitud de poderes: Extraordinaria y plenipotenciaria.

Es la máxima representante de su país en el extranjero. Ello conlleva la representación digna a todos los niveles y la defensa de los intereses nacionales y de sus empresas, y de establecer un estrecho contacto con las autoridades y sus connacionales residentes. En los organismos internacionales su trabajo se concentra mayormente en la defensa de la posición e intereses de su país. 

Pero, ¿Cuál ha sido su trayectoria? Aunque he leído sobre otros países, voy a mencionar solo dos países que conozco bien: Perú y España.

La primera Embajadora peruana fue Carmela Aguilar que empezó trabajando en el Ministerio de Relaciones Exteriores en 1946 y entró en el Servicio Diplomático en 1951. Fue responsable en el Ministerio de la Organización de Estados Americanos; de la Oficina de Tratados Internacionales y de Asuntos fronterizos y Embajadora en Israel y en Portugal.

Cuando yo ingresé en el Servicio diplomático, en 1981, éramos 2 mujeres. La media durante la década de los 80 y noventa era de 4 mujeres por promoción. En la actualidad hay mujeres en todos los rangos de la carrera y más de una docena de Embajadoras. Con todo, el porcentaje es la actualidad es de 25% de mujeres y 75% de hombres.

La trayectoria española ha sido distinta. Durante la II República accede al Ministerio, Margarita Salaverria Galárraga,  convirtiéndose en la primera mujer diplomática de España. En 1971 María Rosa Boceta aprueba los exámenes de ingreso y se convierte en la primera mujer en acceder a la carrera diplomática. En 1985 Mercedes Rico Carabias se convierte en la primera Embajadora española, al ser nombrada Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria en Costa Rica.

En la actualidad 21% de las mujeres en el servicio exterior tienen una antigüedad media de 15 años o más. 52 mujeres están al frente de una embajada.

La carrera diplomática es muchas veces equiparable a la carrera militar. En Perú las categorías tienen su equivalente en la carrera militar. Hay una jerarquía que se respeta y que todo buen diplomático debe observar.


Las otras Embajadoras. -

Creo que es importante mencionar a las Embajadoras vocacionales. En algunos  países   se  distingue  entre  Madame   l´Ambassadeur     y    Madame l´Ambassadrice. En español no hay otro término para describirlas.

La manera coloquial de llamar a la esposa del Embajador es, la Embajadora, quien es la que le acompaña y le apoya en su representación del país.

Hay libros deliciosos que describen las mil y una aventuras por las que tienen que pasar. Podría citar algún libro que describe como las “embajadoras” británicas realizaban largos viajes, atravesando montañas con toda su carga, durante meses y en pésimas condiciones atmosféricas, para llegar a reunirse con su marido destinado en algún lejano país.  Claro, esos eran otros tiempos.

Todo va evolucionando y adaptándose a los tiempos. 

Tradicionalmente la Embajadora consorte acompaña y cumple una función muy importante. Establece relaciones sociales, culturales, académicas y con la comunidad nacional residente en el país. Ella también recibe en la Residencia: organiza recepciones, cenas, fiestas nacionales, recibe delegaciones, autoridades, y asiste a cenas, cocteles, inauguraciones, ferias y actos de toda índole como visitar instituciones entre otras. Algunas además, aprovechan el destino, para asistir a cursos varios.  

Aunque las embajadas importantes cuentan con una secretaria social se nota la mano cuando hay una anfitriona que ejerce de tal.

Como la sociedad va evolucionando, muchas mujeres que antes acompañaban a sus maridos, con la mejor disposición y sacrificando su vida profesional; ahora son más reacias y conscientes de ello, las asociaciones de cónyuges y familias del Servicio Exterior buscan una mejor conciliación.

La gente ve la vida del diplomático como glamorosa. Gente bien vestida que está de fiesta en fiesta y que el vestuario de la Embajadora consorte es pagado por el estado.

Nada más lejos de la realidad. La ropa que lleva la cónyuge de un diplomático es un gasto personal que cada uno realiza de acuerdo a sus posibilidades y consciente que hay que representar bien al país. La cónyuge trabaja, pero no recibe un sueldo. Es amor al arte.


Tampoco son todo vino y rosas. Se aprende en todos los destinos. Nos enriquecen como personas y también a nuestros hijos. Se conoce a gente interesante, se hacen buenas y solidas amistades, se amplian los horizontes, se adquiere cultura y se aprende idiomas;  pero también hay destinos sumamente complicados por estar en situación de guerra, de crisis; y de amenaza de secuestros. Hay separaciones familiares y muchas otras situaciones como la adaptación de los hijos a nuevos centros de estudios entre otros.

 Con todo, lo repetiría una y mil veces.

  

                                                   ©Carola Velásquez

Comentarios

  1. Comparto las apreciaciones que hace Carola sobre el desempeño de la mujer en la Diplomacia, ya sea en su labor como consorte del diplomático ya sea como protagonista ella misma.
    Muy interesante tener la visión de la experiencia de la evolución de la mujer en el Servicio Exterior de dos paises.

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